Mientras camino por la calle en las tardes de primavera. Cuando cruzo la plaza en la que caminamos juntos, veo como florecen los árboles y recuerdo que decías lo hermoso que iba a quedar el lugar.
Una y otra vez te esquivo con gran cintura, me embarco a los buenos momentos y ya no vivís en mi mente.
Y soy feliz, pero realmente feliz.
Dejando las tristezas de lado y “al final estas captando la vida” dicen algunas voces por ahí; y sonrió, realmente lo hago. Noto cada logro que realizo y el recuerdo tuyo aparece como el agua en el desierto.
Recuerdo esa primera vez que te vi a los ojos y no pude cambiar mi cara de tonta, cuando sin importarme nada te empecé a molestar o cada morisqueta tuya me hacía quererte más. Y esos labios, esos hermosos labios de los que me encantaba nutrirme, que me encantaba besar y morder.
Como me agarrabas la mano, tirabas de mi cuerpo para acercarlo al tuyo, rodeando tu brazo alrededor de mi cintura y cada vez que note como olías mi pelo era majestuoso, porque te encantaba perderte entre mi cabellera y besarme el cuello o como me arrojaba encima tuyo, en tu regazo y acariciaba tu cara.
Y cuando te leía, escuchar mi voz entonando cada palabra y sentir como disfrutabas escucharme, solo por el simple hecho que lo hacía yo, era maravilloso.
Pero reniego de eso, lo recuerdo con alegría amarga, de lo que no pudo ser y adopto la experiencia, no me enojo porque es tu culpa y la mía, de la situación que nos rodeo y nos hizo decidir.
Pero de vez en vez, cuando las alegrías se hacen más fuertes, me susurras al oído omnipresente y me refreno para no llamarte, para no contarte.
Caigo en mis sueños, cuando duermo, estoy en esa hora donde ya ha amanecido pero todavía no es hora de despertarse, te metes en mi cama, me acaricias y apareces para que mi primer pensamiento seas vos sin que lo sepa, latente en mi interior. Rápidamente te olvido, pero te tengo cerca, muy cerca sin que lo sepa y capaz te apareces cuando menos lo espero, en el andar de alguien, en el porte de un fulano, en la sonrisa de mengano o en un tema que por casualidad se mezclo en mi reproductor de música y ahí ya no reniego.
Sonrió porque me abrazas en silencio, tomo lo bueno que nos paso, dejo la bronca, el dolor de lado y recuerdo que tengo tantos pequeños momentos por descifrar y soy feliz de haber conocido por lo menos algunos.